viernes

En esto resultan las clases con Papaiani =.='

En una palabra ¿Qué quiere decir ser importante en la vida?
Dinerome dice uno: Práctico y superficial, pienso, cristiano del materialismo, voluntarioso esparcidor de la escoria que venera la humanidad.
Famacontesta el otro: Fracasado, con ansias de ser respetado por un mundo en el que, si de vacío y torpe se trata, ya debería de ser rey. Me dan ganas de escupírselos en las horribles máscaras que llevan por cara, pero trato de ser civilizada y no rebajarme a sus niveles. Apreto los dientes y retengo la ira en dos puños fuertemente cerrados que tiemblan por aplastar los cerebros tan asquerosamente contaminados.
¿Y si no los tengo qué?
Ninguno contesta. Se miran entre ellos tratando de parecer sorprendidos por mi pregunta, tan inocente a sus oídos, sin notar que la falsa incertidumbre no pasa desapercibida a mis ojos, y que ante mí no es más que sonrisas macabras llenas de burla y espantosa pena. Deduzco lo que piensan. Y sé que, en sus pequeñas mentes ignorantes, no me equivocaría.
El concepto, su concepto, es tan simple como eso:
No merezco vivir.
Pienso entonces ¿cómo lo sé? ¿Cómo puedo saber lo que piensan? ¿Por qué me resultan tan predecibles? La respuesta es una sola.
Soy parte de ellos.
Me aborrezco.

El artista puede vivir menospreciandose a sí mismo. Es parte de su razón de ser, está en revisar las obras, mirarlas desde todos y cada uno de los ángulos, más que nada desde los peores, en eso consisten el mejoramiento de su arte y su crecimiento interior.
Mi pregunta es ¿por qué el resto del mundo vive de menospreciar al artista...?
Común realidad 1: si vos misma no te respetás, ¿cómo esperás que los demás lo hagan? -
se llama "baja autoestima"
Común realidad 2: si los demás no me respetan, ¿cómo puedo respetarme yo? -
se llama "echar la culpa a..."
Retorno a la común realidad 1. -se llama "Círculo vicioso." Ahora probemos afuera.
Común Yo: Por empezar, si voy a enfrentar una realidad quiero que sea la mía y no la de otros. Que seguramente, esos otros se desvivieron, y se deshicieron los sesos, y los desparramaron por la pared, y valdearon el piso con ellos para descubrirla.
Y todo para que un montón de masas sin juicio se apropien de ellas y se sientan con todo el derecho de utilizarlas como si fuesen eslogan de publicidad barata.
Por eso he aquí que completo: ¿Por qué la gente vive de menospreciar al artista... si se vale de su arte para sobrevivir en un mundo en el que la mitad de los cobardes habitantes tienen miedo de expresarse porque la otra mitad, todavía más cobarde, los oprime y censura? ¿Qué clase de autómata mal configurado no distingue la realidad que hay ante sus ojos sin tener que valerse de la televisión, la radio, internet... de la opinión ajena? ¿Es más cómodo? Siempre es más cómodo que te digan qué pensar, qué opinar, qué hacer... ¿pero después qué? Somos parte de una generación contradictoria que se peléa con los padres sobreprotectores que no dejan crecer a los hijos mientras permite que los medios se conviertan en formadores de opiniones que son las peores, no por ser malas, sino por no ser nuestras. Pregunto entonces ¿Hacia dónde nos dirigimos?
Una sola palabra brota, vaga e inaudible, desde lo más profundo.
Auxilio.
Inconcientemente, casi sin pensar, sin querer, sin creer, siento que me ahogo en un océano de inexpresión y estupidez colectiva (con el perdón de la palabra), en el que la gente sigue escribiendo llendo en lugar de yendo, rompido en lugar roto, y destrozando el idioma haciendo, no uso, sino explotación exhaustiva e indiscriminada de diminutivos idiotas y de neologismos inútiles que la mayoría de las veces resultan incomprensibles. Y lo peor de todo es que puede llegar a volverse contagioso.
Así es, me considero parte de esta secta de esos maquiavélicos asesinos de la Sagrada Palabra Escrita. Asumo mi responsabilidad, admito que soy un ser mediatizado, un autómata mal programado, soy toda esa basura que aborrezco y sobre la que vomito. Me he dado cuenta un poco tarde, pensarán. No, les digo, siempre lo supe. Lo que pasa es que, conciente o inconcientemente, supongo que no quería darme cuenta. Es una gran cadena: Soy parte de lo cotidiano, lo cotidiano apesta, yo apesto porque soy
parte de lo cotidiano, y así por toda la eternidad, o por lo menos hasta que me decida a salirme del círculo. Todos podemos decir basta. Lo dificil es querer hacerlo.

Todo esto tiene su origen en que fráncamente me molesta que me quieran mandar a hacer un curso de literatura con la única excusa de que "si querés llegar a ser alguien importante en el medio tenés que tener una formación". Sí, tiene que ver. Simplemente porque No quiero llegar a ser "alguien importante en el medio", es más ni siquiera quiero ser alguien del medio: censuren al medio, o dejen que siga formando zombis autómatas. No soy parte de eso. Lo único que quiero (dios me libre) es Escribir.
Y aunque no me gusta citar ni repetir conceptos, supongo que estoy de acuerdo con el ideal de mi buena Kya, que es morir poéticamente de hambre.

¡Así que déjenme ser, che!

2 comentarios:

Rumpelstiltskin dijo...

Morir poéticamente de hambre es el precio que he de pagar por querer defender mis ideas, etc, etc, etc.
En fin, buena suerte con eso, si fracasamos en nuestra misión, nos habremos convertido en hormigas reinas, si por el contrario la cumplimos con éxito, moriremos con honor, y a diferencia de esos miserables gusanos podremos morir sin miedo, porque realmente hemos vivido.

Lechuza dijo...

AMEN.