Sucedió más o menos así:
- ¿Por qué aspira hierbas?
- Porque está enferma.
- ¿Enferma? ¿Por qué? ¿Qué es lo que tiene?
- Nada. Absolutamente nada.
Cuando comprendí que no se medicaba para estar bien, sino para sentirse bien, sin importarle que estando a su lado yo pudiese sentirme mal, algo se apoderó de mi.
A veces me pregunto qué diría la gente si supiera que lo nuestro se terminó cuando acuchillé a su proveedor con un hueso de conejo...
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