domingo

De nuevo

Tirando para abajo. De nuevo.
A ver. ¿Viste cuando pasás rápido al lado de un florero? Y CRASH. No te das cuenta que lo tiraste hasta que escuchaste el ruido.

No podés decir que no lo viste. Sabías que estaba ahí, vos lo dejaste en ese pedestal, y hasta te caía lindo, simpático. No se cayó. Las cosas no se caen así porque sí. Por algo la gravedad es una ley, de hecho, una de las pocas que se hacen respetar como tal.  No lo tiraste, nunca es a propósito. Bah, nunca podés estar completamente seguro, con eso del inconsciente y demases, pero seamos honestos. ¿Por qué romper algo que es tuyo, que es inofensivo, útil, agradable más que simplemente decorativo? 

El punto es que se te cayó. Seguramente lo enganchaste con algo, o por apurado golpeaste la mesita y se tambaleó, capaz lo habías dejado muy en el borde. Como sea, algo de culpa hay. Aunque haya sido sin querer, aunque no te hayas dado cuenta, el daño esta hecho, tu querido florero se revento contra el piso y las flores quedaron esparcidas en la alfombra. 

 Ese es el estado de mi autoestima. Otra vez en el suelo. Cómo carajo pasó, no tengo idea. Altibajos, supongo. Lo normal.

 ¿Y ahora qué? Hay que retomar. Reunir los fragmentos. Reparar. Hay otras salidas, la mayoría implica sentarse a mirar el florero y extrañarlo, compadecerse, meditar, soñar. Se puede soñar. Pero la pasividad es un camino lento, y ya aprendimos que lo que verdaderamente nos sirve es el movimiento.  Cansados de estar cansados. Sea. A caminar se ha dicho.

No hay comentarios: